Le pusieron su nombre
en la pila de piedra
creada de pronto
sin saberlo
ni pedirlo
al imperio transido de la carne
Entró por la sal y el agua
al destino de su cuerpo
Como una espada suspendida
semejante al amor
era el infierno
Crecía en la libertad de sus razones
y no sabía que huésped invisible
ponía en sus manos
las llaves del secreto
Hasta que un día
entró en la oscuridad del espejo
y conoció su cara verdadera
bajo el rigor de la corona
/clara silva/juicio final/
miércoles, 7 de octubre de 2009
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