miércoles, 30 de septiembre de 2009

mañana de embriaguez

¡Oh, Bien mío! ¡Oh Hermoso mío! ¡Charanga atroz en la que nunca pierdo el paso! ¡Caballete hechicero! ¡Hurra por la obra inaudita y por el cuerpo maravilloso, por vez primera! Empezó con las risas de los niños, en ellas terminará. Este veneno va a seguir en todas nuestras venas incluso cuando cambie el son de las charangas y seamos devueltos a la antigua inarmonía. ¡Oh ahora nosotros tan dignos de estas torturas! Recojamos fervientemente esa promesa sobrehumana hecha a nuestro cuerpo y a nuestra alma creados: ¡esta promesa, esta locura! ¡La elegancia, la ciencia, la violencia! Nos prometieron enterrar en la sombra el árbol del bien y del mal, deportar las honradeces tiránicas, a fin de que trajéramos nuestro purísimo amos. Empezó con algunas repugnancias y termina - incapaces de capturar al vuelo tal eternidad -, termina en desbandada de perfumes.
Risas de niños, discreción de los esclavos, austeridad de las vírgenes, horror a las figuras y a los objetos de aquí, sagrados seáis por el recuerdo de esta vigilia. Habiendo empezado con toda la zafiedad, he aquí que termina en ángeles de llamas y de hielos.
Pequeña vigilia de ebriedad, ¡santa!, aunque no fuera más que por la máscara con que nos has gratificado. ¡Nosotros te afirmamos, método! Nosotros no olvidamos que ayer glorificaste cada una de nuestras edades. Tenemos fe en el veneno. Sabemos dar la vida entera todos los días.
He aquí el tiempo de los Asesinos.

/Arthur Rimbaud/Iluminaciones/

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