martes, 29 de septiembre de 2009

vidas

I

¡Oh las enormes avenidas del país santo, las terrazas del templo! ¿Qué se ha hecho del brahmán que me explicó los Proverbios? ¡De entonces, de allá lejos, todavía veo incluso a las viejas! Me acuerdo de las horas de plata y sol hacia los ríos, la mano del campo sobre mi hombro, y nuestras caricias de pie en las llanuras de pimienta. - Un revuelo de palomos escarlatas truena alrededor de mi pensamiento. - Exiliado aquí, he tenido una escena donde representar las obras maestras dramáticas de todas las literaturas. Os señalaría las riquezas inauditas. Observo la historia de los tesoros que encontrasteis. ¡Veo la continuación! Mi sabiduría es tan desdeñada como el caos. ¿Qué es mi nada, ante el estupor que os espera?

II

Soy un inventor de muy distinto mérito que cuantos me precedieron; un músico incluso, que ha encontrado algo así como la clave del amor. Ahora, gentilhombre de una campiña áspera en el sobrio cielo, trato de emocionarme con el recuerdo de una infancia mendicante, del aprendizaje o de la llegada en zuecos, de las polémicas, de las cinco o seis viudeces, y de algunas nupcias en las que mi testarudez me impidió estar a tono con mis camaradas. No añoro mi antigua porción de alegría divina: el aire sobrio de esta áspera campiña alimenta muy activamente mi atroz escepticismo. Pero como en adelante ese escepticismo no puede ponerse en práctica, y como además me he entregado a una nueva turbación, - espero llegar a ser un loco muy malvado.

III

En un granero donde fui encerrado a los doce años conocí el mundo, ilustré la comedia humana. En una bodega aprendí la historia. En alguna fiesta nocturna en una ciudad del Norte encontré todas las mujeres de los antiguos pintores. En un viejo pasaje de París me enseñaron las ciencias clásicas. En una magnífica morada cercada por el Oriente entero, realicé mi inmensa obra y pasé mi ilustre retiro. He agitado mi sangre. Mi deber me ha sido condonado. Ni siquiera hay que seguir pensando en eso. Soy realmente de ultratumba, y basta de encargos.


/ArthuR RimbAud/Iluminaciones/

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