miércoles, 23 de septiembre de 2009

Guillermo Humble, conde de Dudley, y lady Dudley, acompañados por el teniente coronel Hesseltine, salieron en coche desde el pabellón del virrey después del almuerzo. En el carruaje siguiente iban la honorable señora Paget, la señorita Courcy y el Honorable Gerald Ward A. D.C. de asistente.

La cabalgata salió por la puerta inferior del Phoenix Park, saludada por obsequiosos policías y, pasando Kingsbridge, siguió a lo largo de los muelles del norte. El virrey fue saludado con muestras de simpatía en su recorrida por la metrópoli. En el puente Bloody el señor Tomás Kernan lo saludó en vano desde el otro lado del río. Entre los puentes Queen y Witworth, los carruajes de lord Dudley White, B.L., M.A. que se hallaba en el muelle Arran, frente a la casa de la señora M.E. White, prestamista, en la esquina de Arran Street West, acariciándose la nariz con su dedo índice, indeciso respecto a si llegaría más pronto a Phibsborough con un triple cambio de tranvías, tomando un taxi o a pie, a través de Smithfield, Constitution Hill y el terminal de Broadstone. En el pórtico del palacio de justicia, Richie Goulding, que llevaba la cartera de la Contabilidad de la firma Goulding, Collis y Ward, lo miró con sorpresa. Pasando el puente Richmond, en el umbral de la oficina de Reuben J. Dodd, procurador, agente de la Patriotic Insurance Company una mujer de cierta edad, a punto de entrar, cambió de idea y, volviendo sobre sus pasos hasta las vidrieras del King, sonrió crédulamente al representante de Su Majestad. Desde su compuerta el muelle Wood, bajo la oficina de Tom Devan, el río Poddle sacaba una legua de líquida agua de albañal a modo de homenaje. Por encima de la persiana del Hotel Ormond, bronce y oro, la cabeza de la señorita Kennedy al lado de la cabeza de la señorita Douce observaban y admiraban. En el muelle Ormond el señor Simón Dedalus, que dirigía sus pasos desde el mingitorio hacia la oficina del subcomisario, se quedó inmóvil en medio de la calle y saludó profundamente con el sombrero. Su excelencia devolvió graciosamente el saludo del señor Dedalus. Desde la esquina de Cahill el reverendo Hugh C. Amor, M.A., cuidadoso con los virreyes cuyas manos benignas habían distribuido antaño ricas colaciones, hizo una reverencia que no fue advertida. Lenehan y M´Coy, despidiéndose uno del otro en Crattan Bridge, vieron pasar lo carruajes: Gerty Mac Dowell, que pasaba por la oficina de Foget Greene y la gran imprenta roja de Dollard llevando las cartas en serie de Catesby a su padre, que estaba en cama, se dió cuenta por el carruaje de que eran el virrey y la virreina, porque el tranvía y el gran camión amarillo de muebles de Spring tuvieron que pararse frente a ella debido a que pasaba el virrey. Más allá de la casa de Lundy Foot, desde la sombreada puerta de la vinería de Kavanagh, Juan Wyse Nolan sonrió con invisible frialdad al virrey y gobernador general de Irlanda. El Muy Honorable Guillermo Humble, conde de Dudley, G.C.V.O., pasó los relojes de Micky en continuo tictac y los modelos de cera de frescas mejillas y elegantemente vestidos de la casa de Henry y James, los caballeros Henry, denier cri, James. Más allá, contra la puerta de Dame, Tomás Rochford, viendo los ojos de lady Dudley fijos en él, se sacó rápidamente los pulgares de los bolsillos de su chaleco clarete y se quitó la gorra saludándola. Una encantadora "soubrette", la gran Marie Kendall, con las mejillas pintarrajeadas y la pollera levantada, sonrió pintarrajeadamente desde su cartel a Guillermo Humble, conde Dudley, y al teniente coronel H.G. Hesseltine, y también al honorable Gerald Ward A.D.C. Desde la ventana del P.D.I., Buck Mulligan, alegremente y Haines, gravemente, miraban al equipaje vicerreal por encima de los hombros de los excitados clientes, cuya masa de formas oscurecía el tablero de ajedrez que miraba atentamente Juan Howard Parnell. En Fowne´s Street, Dilly Dedalus, forzando a su vista a levantarse de la primera cartilla de francés de Chardenal, vio franjas de sombras parejas y rayos de ruedas girando en el resplandor. Juan Enrique Menton, llenando el vano de la puerta del Commercial Building, miró fijamente con sus grandes ojos de ostra grandes de vino, sosteniendo sin mirarlo un gordo reloj de oro de cazador en su gorda mano izquierda que no lo sentía. Donde la pata delantera del caballo del rey Guillermo manoteaba el aire, la señora Breen tiró hacia atrás a su apresurado marido, sacándolo de la proximidad de los cascos de los delanteros. Le gritó al oído lo que ocurría. Él, comprendiendo, mudó sus libros al lado izquierdo del pecho y saludó al segundo carruaje. El honorable Gerald Ward S.D.C., gratamente sorprendido, se apresuró a contestar. En la esquina de Ponsonby un fatigado frasco blanco H. se detuvo y cuatro pomos blancos de altos sombreros se detuvieron detrás de él, E.L.Y.´S., mientras los delanteros pasaban cabriolando y luego los carruajes. Frente a la casa de música de Pigott, el señor Denis J. Miginni, profesor de baile, etc., vistosamente ataviado, transitaba gravemente, y un virrey pasó a su lado sin verlo.Por la pared del preboste vanía airosamente Blazes Boylan, marchando con sus zapatos castaños y sus calcetines a cuadros celestes al compás del estribillo: Mi chica es de Yorkshire.

Blazes Boylan replicó a las vinchas azul celeste y al digno porte de los delanteros con una corbata azul celeste, un sombrero pajizo de anchas alas en ángulo inclinado y un traje de sarga color índigo. Sus manos en los bolsillos de la chaqueta se olvidaron de saludar, pero ofreció a las tres damas la descarada admiración de sus ojos y la roja flor entre los labios. Al pasar por la calle Nassau, Su Excelencia llamó la atención de su saludadora consorte hacia el programa de música que se estaba ejecutando en College Park. Invisibles muchachitos insolentes de las montañas trompeteaban y tamborileaban detrás del cortége.

Pero aunque es una moza de fábrica
y no usa lindos trajes.
Baraabum.
Tengo sin embargo una especie de
gusto de Yorkshire por
mi pequeña rosa de Yorkshire.
Baraabum.

Del otro lado de la pered los competidores del handicap del cuarto de milla llano M.C. Green, H. Thrift, T.M. Patey, C. Scaife, J.B. Jeffs, G.N.Morphy, F. Stevenson, C. Adderly y W.C.Huggard empezaron la competencia. Pasando a grandes zancadas delante del hotel de Finn, Cashel Boyle O´Connor Fitzmaurice Tisdall Farrell lanzó una mirada de su monóculo, la cual, pasando a través de los carruajes, fue a dar a la cabeza del señor E.M. Salomons en la ventana del viceconsulado austrohúngaro. Metido en la calle Leinster al lado de la puerta trasera del Trinity, un leal súbdito del rey, Hornblower, llevó la mano a su sombrero de palafrenero. Al cabriolar los lustrosos caballos por Merrion Square, el joven Aloysius Dignam, esperando, vio los saludos al caballero de galera, y levantó también su nueva gorra negra con los dedos engrasados por el papel de los bifes de cerdo. Su cuello también saltó. El virrey, en su camino hacia la inauguración de la kermesse Mirus pro colecta para el hospital Mercer, siguió con su escolta hacia Lower Mount Street. Pasó un joven ciego frente a la casa Broadbent. En Lower Mount Street un peatón con su impermeable castaño comiendo pan seco, cruzó rápidamente ileso, el camino del virrey. En el puente del Canal Real, desde la empalizada, el señor Eugenio Sttraton, haciendo una mueca sonriente con sus jetudos labios, daba sonriente la bienvenida a todos los recién llegados al municipio de Pembroke. En la esquina de Haddington Road dos mujeres enarenadas se detuvieron, paraguas y valija en que once cochinillas rodaban, para contemplar con asombro al alcalde y alcaldesa sin su cadena de oro. En las avenidas de Northumberland y Landsdowne, Su Excelencia registró escrupulosamente los saludos de los raros caminantes masculinos, el saludo de dos pequeños escolares en la puerta del jardín de la casa que se dice fue admirada por la extinta reina cuando visitó la capital irlandesa con su esposo, el príncipe consorte, en 1849, y el saludo de los robustos pantalones de Almidano Artifoni tragados por una puerta que se cerraba.


/James Joyce/Ulises/

No hay comentarios: