domingo, 29 de noviembre de 2009

Una noche en que estaba con una horrible hebrea
como junto a un cadáver yacente, otro cadáver,
me puse a divagar, frente al cuerpo venal,
en la aciaga belleza donde hoza mi deseo.

Y me representaba su majestad nativa,
su mirar de vigor y de gracias provisto,
sus cabellos en forma de casco perfumado
cuyo sólo recuerdo me estimula al amor.

Porque hubiese besado tu cuerpo con fervor
y de los tibios pies hasta las negras trenzas,
desatado un tesoro de profundas caricias,

Si una noche, con lágrimas mansamente vertidas,
un instante pudieras, ¡oh reina de las crueles!,
velar el esplendor de tus frías pupilas.

/Charles Baudelaire/Las Flores del Mal/

No hay comentarios: