jueves, 30 de septiembre de 2010

Solo

Desde las horas de mi infancia,
yo nunca fuí como los otros;
no vi jamás como los otros vieron,
no adoré ni odié como todos.
En la fuente común, yo nunca
bebí mis penas ni mis gozos;
y soñé siempre sueños míos,
y cuanto amé, lo amé yo solo.
Pues ya en mi infancia -en esa aurora
de mi destino tormentoso-,
de cada Ser: -de cada abismo
que el Bien y el Mal lleva en su fondo,
surgió ante mí- surge el Misterio,
que embruja el alma silencioso:
surgió del torrente o la fuente,
del quieto monte y mar sonoro,
del lento sol que esclarecía
los áureos tintes del otoño,
del relámpago que incendiaba
sobre mi frente cielos lóbregos,
del trueno bronco y la tormenta
o de la nube que allá en lo hondo
de un claro Cielo, perfilaba
quizá un Demonio ante mis ojos.

/Edgar Allan Poe/

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