Su día más feliz, su hora más bella,
viviólos ya mi corazón marchito.
Sus esperanzas de poder y orgullo
pasaron ya: lo siento.
¿De poder, dije? -Sí: tan altos eran
(desvanecidos con el tiempo, ¡ay triste!)
auqellos sueños que ensoñaban antaño.
Fueron: Huyan por siempre.
¿Y tú, qué vuelves a insinuarme, Orgullo?
Ya sobre mí vertiste tu veneno:
Puede otra frente conocerlo ahora.
Queda en paz, alma mía.
El día más feliz, la hora más bella
que mis ojos verán -que vieron nunca-
con la mirada que encendió el orgullo
y el poderío, huyeron.
Más si esperanzas de poder y orgullo
se me ofrecieran hoy, con aquel mismo
dolor que supe entonces, no querría
revivir la hora excelsa:
Hubo en sus alas tenebrosos hechizo.
Filtro mortal -y al revolar, potente
lo difundió, para destruir un alma
que bien lo conocía.
/Edgar Allan Poe/
sábado, 2 de octubre de 2010
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