domingo, 3 de octubre de 2010

A María Luisa Shew

No ha mucho, quien escribe, en loco orgullo
de intelectualidad, sostuvo el íntegro
"Poder de las Palabras": -negó siempre
que en el cerebro humano un pensamiento
cupiera, inexpresable en lengua humana.
Y hoy, -ironía a su jactancia estéril-
dos palabras no más -suaves disílabos
de ítalo son, que el serafín acaso
forjó, soñando ante el lunar "rocío
que el collado de Hermón viste de perlas"-
despertaron en su alma pensamientos
como impensados: ánimas de ideas;
tan profundas, tan célicas visiones,
que ni el propio Israfel, "ángel que tiene
la voz más dulce entre los sesre todos",
supiera concertarlas. y mi hechizo,
roto está; cae la pluma de mi mano.
Con tu nombre por texto, ni a orden tuya
puedo escribir -ni hablar, ni pensar puedo;
¡Ah! ni sentir; que no es sentir, la extática,
la muda permanencia en los umbrales
del gran pórtico abierto de los sueños;
trémulo, ante la espléndida avenida,-
trémulo de no ver -allá, a mi diestra
y a mi siniestra mano, y hasta el fondo
del camino, en que al fin, nieblas purpúreas
cierran toda visión -más que a ti sola.

/Edgar Allan Poe/

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